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Don Carlos*: el cultivo de la vida con la vida

 

 

 Luz Marina Vélez Jiménez

lm.velez2@gmail.com

[EPÍGRAFE] “Hay carne en el pan y pan en la hierba (…)”

Diógenes Laercio.

“A los 10 años de edad ya trabajaba la tierra con mi papá y la tarea que más me gustaba era bañar las plantas con pesticidas.  En la década de los 60 empezó la tal ‘revolución verde’, que propició el auge de los agro-tóxicos; aquí en el Carmen del Viboral se consideró esta práctica como la mejor para los cultivos, los campesinos entramos en la moda, y su uso fue tan masivo que llegamos a obtener lo que hoy es para mí un deshonroso primer lugar en la aplicación de agro-tóxicos en el país.

A los cuarenta años me enfermé profundamente, no era capaz de trabajar; un médico naturista me diagnosticó intoxicación de la sangre por el uso continuado de agro-tóxicos; por eso solté la agricultura  para vivir de la ganadería y resultó que los productos utilizados en ésta también eran nocivos para mi salud. Replanteé nuevamente mi trabajo y monté una tienda en la casa, lo que tampoco me dio el resultado que esperaba.  Hasta que un día encontré un señor muy entendido en ecosofía y antroposofía que me enseñó que la biodinámica es una de las agriculturas más avanzadas de la humanidad, porque respeta al hombre y a la naturaleza, y es muy bondadosa para trabajarla. Al principio me fue difícil aprenderla y los primeros años cultivaba para el consumo doméstico; hoy, gracias a Dios, tengo con mi familia un punto de venta en el pueblo, donde vendemos los  productos de nuestra huerta.

Con la antroposofía y la bondad de la tierra he aclimatado semillas que he traído de todo el país; para que produzcan, las cubro con compost, les quito la maleza y las riego con ‘purín’, un abono orgánico de boñiga fresca con agua y algunas plantas ricas en nitrógeno, como la higuerilla y la manzanilla; este proceso lo hago de acuerdo a las características para cada cultivo; diariamente dinamizo la preparación del ‘purín’, revolviéndolo en sentido de las manecillas del reloj y devolviendo el movimiento igual número de veces para oxigenarlo y evitar que se descomponga.

Con este sistema he beneficiado plantas medicinales, verduras y hortalizas; el tomate, por ejemplo, lo siembro en invernadero y, buscando el equilibrio bio-dinámico, ubico a su alrededor plantas receptoras de plagas, como el fríjol, la ruda, la manzanilla, el cilantro y la cannabis sativa; la papa ‘criolla’ la recojo antes de tres meses, mientras que su recolección convencional se demora hasta seis.  Yo cultivo vida con más vida.”


* Entrevista personal con el señor Carlos Osorio, campesino de la vereda La Milagrosa, del municipio del Carmen del Viboral, Antioquia.  Abril de 2007.

Categoría: Colombia

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