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La elegante Pera Williams

Casi en paralelo con los otros dos aguardientes vistos en esta sección, el Calvados y el Marc de Champagne, llegó hasta las tiendas especializadas y hasta los congeladores de los mejores restaurantes zaragozanos uno de las aguas de vida más elegantes que hasta entonces hubiésemos probado, el de Pera Williams.

Era mitad de los ochenta y además del coñac y el anís, los anaqueles mostraban sus etiquetas barrocas, o con diseños modernistas del siglo XIX que vestían desde el Chartreuse, bien fuera el verde o el amarillo, pasando por el Calisay de Arenys de Mar, el Peppermint, el estomacal Bonet o el Cherry Brandy que junto con el evocador Parfait Amour, de color púrpura / violeta de lo más “kitsch” se vendía, sobre todo en algunas de las más elegantes y sofisticadas barras americanas de la época.

En aquel mundo incipiente de querer conocer qué bebían nuestros vecinos de allende los pirineos, nos llegaban noticias de la gente adinerada que viajaba en verano hasta la selva negra y que muchos, en nuestra ignorancia, no sabíamos si se referían a la de Tarzán o a las de Roberto Alcázar y Pedrín descritas en sus aventuras más exóticas. Lo cierto es que los burgueses de la época ya conocían la existencia, por otra parte ancestral en sus lugares de elaboración como Alsacia y norte de Alemania, de los schnaps obtenidos a base de la destilación de las mejores frutas de algunas zonas  cálidas del este de Francia.

En mis viajes de descubierta, sobre todo a la cosmopolita Barcelona – entonces me lo parecía más que ahora -, visitaba con reverencia la tienda que Mario Lafuente dirigía con imaginación y templanza en la zona alta de la ciudad. Y fue allí en uno de los almacenes recónditos de aquel templo de la innovación y de la modernidad licorera del país, donde compré para Zaragoza el primer aguardiente de Pera Williams. De botella alta, estilizada y muy elegantemente vestido, sus más de 40 grados de alcohol lo hacían asequible a pesar de su ardiente paso de boca. El precio se llegaba a olvidar, pues sin duda lo tenía y no era barato, pero eran otros tiempos, el público que lo podría comprar era snob y no le importaba acceder a ciertos lujos, disfrutarlos y también presumir con los amigos que igualmente querían ser modernos y estar a la última.

El aguardiente de Pera Williams Leon Beyer posee un granulado sutil y un poderoso y delicado aroma, por lo que ha conquistado admiradores en todo el mundo.

La variedad de pera Williams, nacida hace menos de treinta años es la empleada para elaborar este  apreciado aguardiente que se elabora tanto en Francia como en Suiza en el que la destilería Morand marca un antes y un después en la degustación de esta bebida. Se necesitan cerca de 28 Kg para obtener un litro de aguardiente puro. La Pera Williams aprecia los aluviones fértiles del valle del Rhin y el clima de Alsacia. Las peras se limpian con sumo cuidado y se vierten en recipientes especiales, donde se desarrollan, gracias a sus azúcares – y a las levaduras que a veces se adicionan -, la fermentación. Si esta se realiza de forma natural acostumbra a iniciarse el cuarto día y puede durar entre una y dos semanas. Finalizada la fermentación, el magma de las frutas  se destila mayoritariamente  por el procedimiento de la doble destilación  (redestilado de cabezas y colas) en alambiques de cobre tipo charentais.

Categoría: La opinión de Juan Barbacil

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