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May

LIGHT FOOD

Light food: full life?

 

Luz Marina Vélez Jiménez

lm.velez2@gmail.com


 “La ética no trata de lo bueno, sino de lo mejor,

que nada tiene que ver con maximizar satisfacciones.

Lo mejor no es lo máximo, sino lo cuerdo”.

Adela Cortina

Estar “al día”, hoy, es comer fast food, light meals, healthy food, snacks y distorsionar el sentido de la comida en situaciones y circunstancias pre-textuales que limitan con el oxímoron:desayuno de trabajo”, “almuerzo ejecutivo” y “cena de negocios”; es vivir experiencias chic, estimulantes, exhibicionistas; tantear a manera de show un “vivir mejor” que conmuta lo real por el artificio y lo transforma en espectáculo.

Ante lo artificioso de la cultura gastronómica y bajo una tendencia de inspiración biófila*, se demanda hoy, con evidente contrasentido, una “naturaleza natural” como fuente de vida; una emergente sensibilidad por ésta, asociada al movimiento que protesta contra los conservantes, los colorantes, los antibióticos, las hormonas, los aditivos, y los procesos genéticos, combatiéndolos desde la medicina naturista, la religión, el vegetarianismo y la ortorexia**; movimiento que, en aras de la armonía con el entorno y con el ser humano, ha erigido al alimento ecológico, orgánico, germinado, “vivo”, como el tótem de una nueva moral.  Este simulacro ha abaratado la productividad y ha aumentado el consumo gastronómico.  Una vez más, en aras de la exclusividad, se ha convertido la comida en una manera de ser y de creer, enmascarando miedos profundos y fantasías con el prestigio y el hedonismo de turno (hoy, un comer y un beber “saludables” costosísimos), asumiendo el hecho de que vivir de ese modo “cuesta más” que vivir artificialmente —refrendado con frases como “protege la biodiversidad” y “protege tu salud”, que connotan una nueva moral con respecto a lo que de por sí siempre ha sido, “naturalmente”, un imperativo ético que legitima absurdamente la consigna “vive la vida en estado puro” —.

En un mundo donde las personas sólo quieren Coca-Cola y papas fritas, la mencionada tendencia convalida la pregunta por el respeto y la comprensión de la ecología y la salud, y, además de que valora la clorofila recién exprimida, los huevos de gallinas campesinas, las lechugas con sabor a huerta, y la slow food, promete, dada la necesidad de una “realidad real”, vivir lo natural, así sea de manera artificial.  

Bajo la predominancia de un paradigma de exhibición sin sombras, donde el gasto contribuye a enaltecer al hombre y donde está prohibido envejecer, la decisión de “comer lo orgánico”, en tanto ilusión de inmortalidad, convierte en moralidad el “consumo chic” y en  ética (¿estética?) la salud.


* Que propende por la vida o profesa amor por ella.

** Del griego orthos, “correcto”, y orexis, “apetito”: “apetito correcto”, símil de anorexia (“sin apetito”).  Bratman acuñó el término para el trastorno consistente en comer obsesivamente alimentos saludables. 

Categoría: Colombia

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