MARC DE CHAMPAGNE
Junto al Calvados que fue de los primeros aguardientes “modernos” que llegaron a las mesas de los restaurantes más “in” del momento en aquellos mediados de los ochenta, estaba el Marc de Champagne que convivió con abundantes anécdotas, muchas de ellas relacionadas con el equívoco de que mucha gente pensaba que era champagne y no un agua de vida, un agua de fuego.
Quizá impulsado por la todo poderosa industria Möet Chandon fue el del champagne el aguardiente que llegó con más fuerza a España cuando en realidad hay otros muchos que son igual de buenos, poderosos y sabrosos. El Marc de Champagne, (marc en francés significa vinaza residuo que queda de la prensa o lo que en español se conoce con el conocido nombre de orujo), es decir el aguardiente del espumoso más famoso del mundo, es por tanto un aguardiente obtenido por destilación de estas vinazas, muy aromático y algo rústico que ofrece aromas que recuerdan a la uva y el raspón. Debe provenir exclusivamente de los orujos de esta zona de Francia. Así otro eau de vie, agua de vida, muy bueno e igualmente muy popular, el de borgoña, solo puede venir de los orujos de esta otra región vinícola del país vecino. Hay algunos de ellos muy apreciados y caros como el que se elabora en las bodegas del vino más caro del mundo: el Romanée-Conti. Hay otros como el de Musigny, el Chambertin, el Nuits de Saint-Georges, Meursault y Montrachet, este último deliciosamente ahumado.
Los marcs de las zonas de vinos blancos de Borgoña son más ligeros y de mayor finura que los de las zonas de vinos tintos. El más caro es el de Hospices deBeaune.
No es de extrañar, pues, que no tardaran en llegar de manera todavía más popular a España, las grappas italianas, que vienen a ser lo mismo aunque con diferentes variables en la aromatización y el envejecimiento, además, lógicamente, del diseño de algunas de sus botellas como no podía ser de otra manera tratándose de un producto italiano.
Las anécdotas que más veces se sucedieron con este aguardiente estuvieron casi siempre protagonizadas con la confusión que mucha gente tuvo al pensar que se trataba de un vino espumoso, un champagne pero mucho más caro. Hay que decir que por aquel entonces ya era muy caro, más que el Möet Chandon espumoso, ya que se aprovechaba que era desconocido para aumentar un poco más el margen comercial. Ahora una botella de Móet y otra de Mar casi cuestan lo mismo; entonces no. Recuerdo una señora que quería quedar muy bien con sus invitados una noche con una cena muy especial y se llevó varias botellas de la tienda de mi familia sin preguntar nada. La pobre regreso al día siguiente comentando un poco avergonzada que los invitados primero dijeron que aquel champagne les parecía un poco fuerte (es lógico pues nunca bajan de los 40 grados de alcohol cuando un espumoso tiene unos 12). Y más tarde dijeron que no tenía nada de gas. Incluso hicieron comentarios sobre el tapón y el más “entendido” dijo que “claro es normal, fijaros que tapón más estrecho tiene. Debe de llevar mucho tiempo en la tienda, se les habrá quedado viejo. Hay que ir a cambiarlo mañana mismo”. Finalmente todo se aclaró.
Se llegó a vender mucho y algunos restaurantes lo sacaban burdamente envuelto en un bloque de hielo. ¡Pobre marc de champagne, tan elegante y de tan alta cuna él!.
Categoría: La opinión de Juan Barbacil