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El Banquete

Luz Marina Vélez Jiménez

lm.velez2@gmail.com
Diciembre de 2013

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“Alcemos la copa, con reconocimiento
a cuantos han contribuido a nuestra euforia,
en todos los banquetes
a los que tengamos el placer de asistir.”
María Soler.

 

 

El banquete —denominado también ágape, festín, agasajo, convite—es una auténtica ceremonia ancestral que consiste en reunirse para comer y beber con calidad, cantidad y variedad espléndidas; es un “paladear en compañía” que constituye una unidad de sentido, experiencia y territorio; un rito de convivio —celebración del placer de estar juntos— en sí mismo, donde los comensales y los anfitriones, a través de la dramatización de imaginarios y realidades de amistad y fiesta,o de sangre y muerte, superan las necesidades biológicas.

El banquete exalta el placer del gusto—el mismo que los griegos dejaron al cuidado de Gasterea, la décima musa que enseñaba los secretos de lo comestible: realce, mezcla y degustación—; reinstalasolemnementealrededor de una mesa, en un afán de solidaridad o de igualitarismo,los lazos de parentesco, las categorías y las jerarquías sociales, confirmando quetodos los convidados son iguales en el placer. También exhibepoder,fortuna, derroche yconversación,sin la intensión delconvivium,y ha fundamentado las hospitalidadeshomérica, budista, cristiana y musulmana.

Entre música, adornos, ánforas y calderos, y hermandades, orgías, desenfreno y borracheras, en los banquetes se ha celebrado y disimulado el miedo a la vida y a la muerte. Los más memorables sonlosbíblicos (los del vino), los griegos (los de la conversación) y los romanos (los de la opulencia).

Los banquetes del rey Salomón, legendarios por su inigualada ostentosidad,ofrecíancada día 90 coros de flor de harina, 30 bueyes, 100carneros, ciervos, aves, frutas y verduras rociadas con pan de oro.En la cena de Judith y Holofernes (el episodio donde éste fue decapitado) sesirviócarne de caza “oscura”,aderezada con 12 especias, panes tiernos, miel, quesos, frutas dulcesy vino. El festín de Herodes (en el que Salomé pidió la cabeza de Juan el Bautista) ofreció carnes adobadas, guarum, naranjas, uvas, dátiles y vino.Las bodas de Caná, celebradas entre liras, cítaras y perfumes de nardo, brindaron gallinas cebadas, pichones trufados, pastas de avellana, tortas de miel y vino, proveniente del milagro del agua.La última cena, un ágapede panes, cordero y peces,donde, bajo el brindis de “amaos los unos a los otros”, Jesús enjuaga en agua aromatizada los pies de sus discípulos,se ofrece como carne y sangre einstituye el convivium pleno llamado eucaristía o comunión.

En momentos de miseria y opulencia, vendría bien un “milagro denavidad”que,a manera de banquete,como lo fue para el pueblo judío la lluvia de carne—codornices— y pan—semilla de tarfa o maná—, ofrecieraa nuestra comunidad la esperanza de poder sobrevivir juntos.

 

Categoría: Colombia, Expertos invitados, La opinión de los expertos

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