Marilyn
En agosto se cumplieron 54 años de la misteriosa muerte de Marilyn Monroe y su leyenda sigue más viva que nunca. “La popularidad de otras estrellas de la pantalla puede sufrir altibajos pero la figura de Marilyn sigue brillando gracias a su fulgor único y deslumbrante”, como afirma Adam Victor autor de una de las biografías más completas de la artista.
La historia es bien conocida y aún circulan las teorías conspiratorias sobre su muerte a manos de la Mafia o la CIA dirigidas desde algún despacho de Washington y sigue apareciendo el apellido Kennedy en algunas crónicas. Pero lo que nos interesa en estas pocas líneas es la crónica con un punto de morbo, pero siempre respetuosa. Y esta también camina por varios derroteros en cuanto al menú de su última cena. Una versión defiende que esperaba a un invitado – supuestamente Robert Kennedy -y que había preparado un buffet mexicano para la cena: gazpacho, pechugas de pollo, salsa para tacos y guacamole, albóndigas, frijoles refritos y carne de ternera a la parmigiana. Así lo cuenta Eric Frattini en su trabajo “Muerte a la carta”, un singular libro editado por Poebooks y prologado por Juan Echanove.
Sebastián Moreno , periodista de diferentes medios (Cambio 16, Interviu, Tiempo y otros), en su libro “Jean Leon. El rey de Beverly Hills”, cuenta la historia de este personaje de leyenda, en España más conocido por su bodega del mismo nombre en el Penedés y cuyo verdadero nombre era Ceferino Carrión. En su apasionante y azorada vida llegó a ser propietario de varios restaurantes en Hollywood aunque llegó a Estados Unidos de polizonte en un barco. Su gran tesón, fortaleza y sus dotes de relaciones públicas así como su amistad con los más grandes artistas de la época como Frank Sinatra, Joe Dimagio, James Dean, Gary Cooper y, por supuesto de la esplendida Marilyn Monroe.
Marilyn iba, según el propio Jean Leon, muy habitualmente a su restaurante La Scala, muy cerca de la casa de la artista. Relata Leon como la actriz llamó al establecimiento para que le llevasen la cena esa fatídica noche del 4 al 5 de octubre, algo por otra parte bastante frecuente según el entonces jefe de cocina Emilio Nuñez.
Lo que Jean Leon le llevó para cenar en persona a Marilyn nunca se sabrá pues el empresario nunca lo contó.
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El club de los grandes estómagos.
Carlos Fisas (Barcelona 1919-2010) se dedicó desde muy joven y ávidamente a la lectura hasta convertirla en vicio. Apasionado por la Historia, desarrolló una brillante carrera de conferenciante por universidades y centros culturales de toda Europa, y se especializó en el estudio de las manifestaciones amorosas, religiosas e ideológicas del occidente europeo a lo largo de la Historia. Entró en el mundo de la radio de la mano de Luis del Olmo, con quien trabajó en RNE, entre muchas otras emisoras, siempre bajo la rúbrica de «Historias de la Historia», que dio título a sus libros. Todos ellos han encabezado regularmente listas de bestsellers y se han reeditado en multitud de ocasiones.
En uno de sus libros, “Qué aproveche” editado por Plaza y Janés en 2001, cuenta esta curiosa historia que ya habíamos visto en “Tu cocina”, una versión española de “La vraire cuisine Française” editado en Bélgica allá por el año 1957.
Este Club se reunía durante el Segundo Imperio (Francia 1852 / 1870) en la calle Montorgueuil en el restaurante Philippe, regido por Pascual, antiguo cocinero del Jockey Club de París. Desde las seis de la tarde de todos los sábados hasta el domingo a mediodía los doce miembros del Club de los Grandes Estómagos permanecían comiendo, es decir que su festín duraba dieciocho horas. Era una refacción pantagruélica en el curso de la cual a aquellos intrépidos invitados se les servía : vino de Madeira a guisa de aperitivo, y seguidamente rodaballo, filetes de vaca, pierna de cordero, pulardas, lengua de ternera en su jugo, sorbete de marrasquino, pollos asados, cremas, tartas y pastelería, todo ello regado con seis botellas de viejo borgoña por persona. A partir de media noche y hasta la seis de la mañana tomaban té, caldo de tortuga, pollo al curry, salmonetes con cebolletas, chuletitas de corzo con pimiento, filetes de lenguado con puré de trufas, alcachofas con pimienta de Java, sorbetes de ron y gallinas cebadas de Escocia al whisky, acompañando estos platos con tres botellas más de borgoña y otras tres de burdeos por barba.
¡Claro que les quedaba toda la semana para descansar!, termina diciendo la crónica.
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