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Yzaguirre un clásico con gran presencia

Un apellido de origen vasco, en tierras catalanas, dando nombre a un vermut no es algo habitual pero es la raíz de este clásico vermut que está muy implantado con un gran esfuerzo comercial por su parte.

yzaguirre_1884

A finales de los años 80, se empezó a ver, al principio tímidamente pero luego con mucho impulso por parte de los elaboradores, este vermut que en los primero momentos y debido al apellido vasco que le daba su nombre, hizo que se especulase sobre su origen. Su sabor tradicional y con recuerdo a los grandes vermuts históricos hizo que su posicionamiento fuese muy bueno en el ámbito hostelero. Su historia cuenta que Enrique de Yzaguirre y de Basterreche (1851-1922) fundó la empresa E. Yzaguirre S.A., en el año 1884 en Reus. Esta ciudad era un nudo de comunicaciones entre varias regiones vinícolas, como Conca de Barberá y el Priorato, de las que se surtía de vinos para elaborar vermuts, vino rancio, moscateles y mistelas, y vino de misa, pero el que más fama adquirió fue el vermut.

Tras la muerte de Enrique en 1933, la firma continuó fabricando el vermut. En 1958 las bodegas se vendieron a la familia Simó, que también hacía un vermut, con nombre de marca Simó. En 1983 las empresas productoras de los vermuts Yzaguirre y Simó pasaron a manos de Josep María Salla Armengol. Actualmente la familia Salla mantiene la empresa bajo la marca Celler Sort del Castell, que continua fabricando el mismo vermut, ya que consiguieron la patente y la caldera original usada para la mezcla de hierbas de la antigua bodega.

El elemento diferenciador de la bodega Sort del Castell es que ha sabido mantener la calidad del sistema de elaboración tradicional sin renunciar a la modernidad de unas instalaciones perfectamente adaptadas a las necesidades del siglo XXI. De hecho, la actual sede de la bodega fue inaugurada en el año 1999 a las afueras de la villa del Morell. Allí llegan los vinos seleccionados para la elaboración de los vermuts Yzaguirre, que se consiguen después de un proceso de maceración con una combinación de un centenar de hierbas aromáticas, siguiendo una fórmula secreta que ha pasado de generación en generación desde el siglo XIX.

La familia Salla, que ha mantenido las dos líneas de vermut artesanal Simó e Yzaguirre, ha logrado un gran crecimiento con  una producción anual de tres millones y medio de litros de vermut, más de un millón de litros de sangría y unos 300.000 litros de vinos dulces. Entre las variedades de las que obtiene sus productos se cuentan las tintas cabernet sauvignon, merlot o malbec, y las blancas macabeo, garnacha blanca o moscatel.

El Yzaguirre es un vermut que sigue la línea tradicional de los producidos en las estribaciones de los Alpes italianos. De color rojo oscuro, con aromas herbáceos y de naranja. En boca es goloso, pero no empalagoso, con un final amargo y dulce a la vez. Larga persistencia en boca y resulta un buen estimulante del apetito, que es uno de los objetivos placenteros de esta bebida.

A mediados del siglo es cuando aparece el vermut en Reus,  la capital del Baix Camp, cuando se integra a la oferta de bebidas, junto con los grandes vinos blancos de la zona del Camp de Tarragona, como las variedades de macabeo, parellada y xarel’lo. El vermut, pues, fue el último en llegar pero en pocos años se consolidó en los aperitivos reusenses.

Aunque ya se producía vermut a granel mucho antes, se toma como referencia el 1892 como la fecha de la primera elaboración de vermut en Reus, año en el que Joan Gili registró la primera marca de vermut de la ciudad. Un año después también lo hicieron Josep Boule y Enrique Yzaguirre.

EL 1884 DE YZAGUIRRE. Su largo proceso de elaboración confiere al Vermouth Yzaguirre Selección 1884  una consistencia muy especial. Dos meses de maceración de las hierbas base, más de 80 variedades, y posteriormente dos años en barrica de roble, ayudan a estabilizar el aroma y el color de la mezcla. En boca encontramos notas de maderas, hierbas y especias. Post gusto muy largo y original, con intensas notas amargas.

El consejo para su ideal degustación es que estamos ante un aperitivo con mucha consistencia, envejecido en pequeñas barricas de roble antiguo que le dan mucha consistencia y un toque muy especial. Su alta graduación acerca su sabor al licor. Tomarlo frío, con una rodaja de naranja; o solo, a temperatura ambiente, como copa de final de comida, acompañando postres de chocolate o un buen café.

Categoría: Bebidas, La opinión de Juan Barbacil, La opinión de los expertos

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